Cada obra que pinto tiene una sola versión. Así como en la naturaleza no existen dos formas iguales, mis obras tampoco se repiten. Sus texturas, tonos y trazos cambian, reflejando mi intuición y el momento en que fueron creadas. Por eso, cada pieza es única, como lo son las nubes y las olas del mar: siempre distintas, siempre auténticas.