Cuando aceptamos que nada es perfecto, vivimos mejor y valoramos aún más las cosas buenas que nos suceden. Al reconocer que la vida es valiosa por el simple hecho de existir, comenzamos a ver los errores como oportunidades de aprendizaje y descubrimos la fuerza para superar las adversidades.
Comprender que nada de lo que nos ocurre es personal, que todos tenemos días buenos y días difíciles, y que cada ser humano es diferente, nos permite asumir con naturalidad que no todo lo que vivimos es agradable. Así, aprendemos a vivir con gratitud y nos sentimos más afortunados.
La vida es una hermosa perfecta imperfección que, al aceptarla tal como es, nos hace más felices.
Esta obra está dedicada a cada respiro que aún podemos dar y, en esencia, a la vida misma. Las líneas plasmadas representan las marcas de la mano, donde una de ellas, desde una perspectiva holística, simboliza la línea de la vida.
Técnica mixta sobre lienzo
100 x 100 cms
2025
Vida

